Los molinos harineros constituyeron una infraestructura esencial en la economía tradicional de los municipios del Valle del Almanzora, al posibilitar la transformación del grano en harina, materia prima indispensable para la elaboración de los principales alimentos de subsistencia. Hasta fechas relativamente recientes, estos ingenios hidráulicos sostuvieron buena parte de la base alimentaria de la población. El presente artículo historiográfico aborda de manera detallada la evolución histórica y las particularidades constructivas y funcionales de los molinos hidráulicos localizados en el término municipal de Tíjola.
Características generales y funcionamiento de un molino
Los molinos hidráulicos solían emplazarse en las proximidades de cursos de agua, ya fueran naturales o artificiales. Generalmente, el caudal se desviaba hacia el molino mediante el levantamiento de una presa que permitía derivar el agua a través de una canalización secundaria. En muchos casos, dicha conducción incluía un cubo, cuyo propósito era incrementar la fuerza de la caída del agua sobre el mecanismo. En otras ocasiones, el caudal se acumulaba previamente en una balsa, desde la cual se liberaba con la pendiente y la presión necesarias para accionar la maquinaria molinera.
Una vez apartado del curso principal, el agua caía por la acequia del molino (también denominada caz) y transmitía la energía hidráulica a la aceña. En los molinos de cubo, el agua circulaba por la acequia hasta precipitarse con fuerza a través de aquel, impulsando el mecanismo. En los molinos de acequia, la canalización debía presentar la pendiente adecuada para garantizar la presión suficiente. En los molinos de balsa, por su parte, el flujo se liberaba mediante un tablón que permitía su descenso a lo largo de una acequia con cierta pendiente, alcanzando con energía la maquinaria del molino.
El agua caía finalmente en una trampa que accionaba el rodete o rodezno, situado en la parte inferior del edificio, en un espacio abovedado denominado cárcavo. Este movimiento hacía girar la piedra volandera o superior sobre su eje. El grano, vertido desde la tolva, descendía hasta el empiedro, donde era triturado entre la piedra volandera, en movimiento, y la piedra solera o inferior, fija, obteniéndose así la harina.
La maquila
La maquila constituía el porcentaje de cereal molido que percibía el molinero como retribución por su labor. Dicho porcentaje variaba en función del lugar y de la calidad del grano, situándose habitualmente entre el 5 % y el 12 %. No eran infrecuentes las disputas entre los molineros y quienes acudían a sus instalaciones para transformar el cereal, precisamente a causa de este gravamen. De tales tensiones surgió la conocida expresión popular: «de molinero a ladrón solo hay un escalón» (Garrido Jorquera, 2017: 417).
Los hornos de pan cocer
El horno de pan cocer era una instalación doméstica puesta a disposición de la comunidad, en la cual cualquier particular podía cocer el pan previamente amasado (Garrido Jorquera, 2017: 427). En el caso de Tíjola, se tiene constancia documental de la existencia de un horno de este tipo en el siglo XVIII (AHPAL, Catastro de Ensenada, RRGG, 1752).
Ya en el siglo XIX, las fuentes permiten identificar a algunos de los panaderos activos en la localidad. En 1883 aparecen registrados Guillermo Guiard, Camilo Martínez, Juan Mateo Huertas y J. Bautista Rubio (Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración, 1883: 571).
En las primeras décadas del siglo XX se observa una evolución significativa en el número y la titularidad de estos establecimientos. En 1911 funcionaban en Tíjola dos comercios de harinas, propiedad de Guillermo Guiard y Juan Resina (Riera Somalich, 1911: 362). En 1916 el horno existente pertenecía a Guillermo Guiard Giménez (Boletín Oficial de la Provincia de Almería, 1917: 4). Posteriormente, en 1925 se documentan dos panaderías, la de Adolfo Guiard Giménez y la de Francisco Segura Galindo (Anuario de Almería, 1925: 423). Finalmente, en 1934, el número de hornos ascendía a cuatro, propiedad de Adolfo Guiard, Antonio Pozo, Matilde Sánchez y Francisco Segura (Anuario Industrial y Artístico de España, 1933-1934: 240).
Los molinos hidráulicos de Tíjola
El número de molinos harineros existentes en Tíjola con anterioridad a la Guerra de los Moriscos resulta desconocido (Vincent, 1989: CVII). No obstante, el Libro de Apeo y Repartimiento de 1572 registra la existencia de tres molinos: dos situados en el paraje de la Cerrá y uno en Aldeire (Pozo Marín et alii, 2014: 164). En relación con este mismo documento, Rafael Pozo Marín e Isabel M.ª Rueda Cruz, en un trabajo presentado en el Primer Coloquio de Historia y Medio Físico. El agua en zonas áridas: arqueología e historia, señalan la presencia de restos de cuatro molinos en dichos parajes (1989: 567). Por otro lado, Bernard Vincent (1989: CVII) afirma que en 1593 no existía ya ningún molino en funcionamiento en Tíjola.
A partir de estos testimonios documentales y de los trabajos de prospección realizados por la Sociedad de Estudios Históricos “María Navarro Encinas”, puede deducirse la localización aproximada de los citados ingenios. En la margen derecha del río Bacares, en el paraje de la Cerrá, se situaba un primer molino en las inmediaciones de la Fuente del Huevo, del cual no se han identificado restos. Más adelante se encontraba otro, del que aún se conserva parte de una pared, el cubo y vestigios de su caz. El tercero se corresponde con el molino de Don Ramón o de Manolo, mientras que el cuarto, ya en la margen izquierda del río, se identifica con el molino de Aldeire. Cabe señalar que los dos primeros molinos citados actualmente pertenecen al término municipal de Bayarque.
El Catastro de Ensenada vuelve a documentar la existencia de tres molinos harineros en el río Bacares: el de Don Ramón, el de Aldeire y el del Zenete (AHPAL, Catastro de Ensenada, RRGG, 1752).
Entre la segunda mitad del siglo XVIII y finales del XIX se constata un notable incremento en el número de aceñas activas en Tíjola. Durante este periodo se levantaron los molinos del Francés o de los Guiard, de los Aynat, de Federo y otro más en la rambla de Higueral, próximo a la pedanía tijoleña homónima. Este aumento se refleja en el hecho de que hacia finales de este último siglo existían ya ocho molinos harineros en funcionamiento (Instituto Geográfico y Estadístico, 1897). Estos eran:
- El molino de Don Ramón, en la Cerrá.
- El molino del Francés, situado en el mismo paraje y perteneciente a los términos de Tíjola y Bayarque.
- El molino de Enmedio o de Aldeire.
- El molino del Zenete.
- El molino de Vilaila, cercano a la linde con Armuña de Almanzora.
- El molino de los Aynat, en Cela.
- El molino de los herederos de José Salazar o molino de Federo, también en Cela y compartido entre Tíjola y Lúcar.
- El molino de los herederos de Antonio Carrasco, en Higueral.
A finales del siglo XIX, las fuentes reflejan además la aparición de nuevas instalaciones de carácter fabril. En 1894 se citan en Tíjola la fábrica de harinas La Almanzora, propiedad de Antonio Sánchez, junto con los molinos de José Carrillo, Francisco Lozano y Dolores Navarro Aledo (Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración, 1894: 810). El tránsito al nuevo siglo confirma la continuidad y, en algunos casos, la renovación de estos ingenios. En 1903 se documentan la fábrica de harinas de Adolfo Guiard y los molinos de los Aynat, José Carrillo, la Cerrá, Francisco Lozano y Dolores Navarro Aledo (Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración, 1903: 815). Pocos años después, en 1906, las fuentes registran nuevamente la fábrica de harinas de Adolfo Guiard, así como los molinos de Manuel Aynat, Francisco Carrillo Medina, Ricardo Castro, Adolfo Guiard, Dolores Navarro Aledo y Dolores Oller (Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración, 1906: 958).
Dejando de un lado la fábrica de harinas de Adolfo Guiard, cuya historia trataremos próximamente en un artículo aparte, y centrándonos en los molinos harineros, en 1911 se constata una reducción de estas industrias y sólo se contabilizaban cinco aceñas, pertenecientes a Manuel Aynat, Francisco Carrillo, Trinidad Giménez, Dolores Navarro y Dolores Oller (Riera Somalich, 1911: 362).
Sin embargo, pocos años más tarde, en 1916, se registra de nuevo un repunte con la existencia de ocho molinos maquileros (Boletín Oficial de la Provincia de Almería, 1917: 4):
- Margarita Giménez Guevara.
- Hermanos Guiard y Francisco Carrillo Medina (molino de la Cerrá).
- Herederos de Dolores Navarro Aledo.
- Manuel Aynat Benedito (molino de los Aynat).
- Herederos de Sabina Llamas Salazar (molino de Federo).
- Herederos de Remedios Herrerías.
- Trinidad Giménez Oller.
- Juan Linares Quiles.
En 1925 se documentan tres molinos activos, propiedad de Trinidad Giménez Oller, Francisco Sagarra Martínez y Ángel Ujaldón Parra (Anuario de Almería, 1925: 423). En 1934 la cifra aumentó de nuevo a seis, pertenecientes a Adolfo Guiard, Manuel Aynat, Remedios Herrerías, Trinidad Giménez, Sabina Llamas y Dolores Navarro (Anuario Industrial y Artístico de España, 1933-1934: 240) y finalmente, en la década de los años sesenta, la crisis definitiva del sistema tradicional de molienda se hizo patente: en 1962 sólo permanecían activos tres molinos harineros, con una capacidad de molturación de 13,99 quintales métricos en 8 horas (Instituto Nacional de Estadística, 1965: 292).
A continuación, analizaremos detalladamente el caso de cada industria por separado.
Molino de Don Ramón
Detalle del molino de Don Ramón en el Vuelo Americano Serie B (1956)
Este molino recibe su nombre de Ramón Rodríguez, propietario a finales del siglo XIX, aunque también fue conocido popularmente como molino de Manolo o molino de Arriba. Se sitúa en la margen derecha del río Bacares, en el paraje de la Cerrá (Instituto Geográfico y Estadístico, 1897; Pozo Marín et alii, 2014: 164).
De acuerdo con las fuentes históricas, a mediados del siglo XVIII pertenecía a Rodrigo de la Torre y Marín, quien lo mantenía arrendado a Vicente Martínez (AHPAL, Catastro de Ensenada, RRGG, 1752). Su periodo de actividad fue especialmente prolongado, hasta el punto de constituir el último molino en funcionamiento en el municipio de Tíjola (Pozo Marín et alii, 2014: 164).
La clausura definitiva tuvo lugar a mediados de la década de los sesenta y poco después, el 19 de octubre de 1973, el edificio resultó destruido a consecuencia de las inundaciones (Pozo Marín et alii, 2014: 164).
Entorno del molino de Don Ramón en julio de 1977
Como dato singular, se sabe que en este molino, además de harina, se molían también pimientos colorados (Pozo Marín et alii, 2014: 124).
En la actualidad, únicamente se conservan el cubo, la acequia de abastecimiento y algunos restos de muros.
Molino de la Cerrá
El molino de la Cerrá, también conocido como molino del Francés o de los Guiard, fue construido hacia 1880 por iniciativa de Guillermo Guiard Burgalat. Desde su origen destacó por incorporar los últimos avances técnicos en materia de molturación de granos, siendo capaz de mover dos piedras con un solo rodezno, empiedros de tipo La Ferté - Sous-Jouarre y contando también con toda la maquinaria de una fábrica de harinas en su interior, lo que evidencia un alto grado de eficiencia mecánica y una voluntad de modernización poco común en el ámbito rural del Almanzora (Pozo Marín et alii, 2014: 124; Suárez Carrillo, 2011: 26, 30).
El edificio principal del molino, el cubo y el caz pertenecen al término municipal de Bayarque y la parte en la que posteriormente se instaló la fábrica de electricidad y parte de los corrales pertenecen a Tíjola.
A comienzos del siglo XX se inicia la transformación funcional del molino. En mayo de 1913, Adolfo Guiard Giménez proyectó la instalación de una turbina hidráulica con el objetivo de producir electricidad en el propio molino (La Independencia, 1913: 3). Cinco años más tarde, en 1918, aparecen las primeras menciones a la Eléctrica de Tíjola (Anuario de la Gran Industria de España, 1918: 55). El proceso culminó el 22 de diciembre de 1926, cuando Adolfo Guiard Jiménez solicitó oficialmente la instalación de un grupo electrógeno y una línea eléctrica destinada al alumbrado público de Tíjola y a la fábrica de harinas “Santa Isabel”, recientemente construida (Boletín Oficial de la Provincia de Almería, 1926: 2). La central hidroeléctrica, las líneas de electricidad y los transformadores ya funcionaban a pleno rendimiento en 1927.
En la actualidad, únicamente se conservan el cubo, la acequia de abastecimiento y algunos restos de muros.
Molino de la Cerrá
El molino de la Cerrá, también conocido como molino del Francés o de los Guiard, fue construido hacia 1880 por iniciativa de Guillermo Guiard Burgalat. Desde su origen destacó por incorporar los últimos avances técnicos en materia de molturación de granos, siendo capaz de mover dos piedras con un solo rodezno, empiedros de tipo La Ferté - Sous-Jouarre y contando también con toda la maquinaria de una fábrica de harinas en su interior, lo que evidencia un alto grado de eficiencia mecánica y una voluntad de modernización poco común en el ámbito rural del Almanzora (Pozo Marín et alii, 2014: 124; Suárez Carrillo, 2011: 26, 30).
El edificio principal del molino, el cubo y el caz pertenecen al término municipal de Bayarque y la parte en la que posteriormente se instaló la fábrica de electricidad y parte de los corrales pertenecen a Tíjola.
A comienzos del siglo XX se inicia la transformación funcional del molino. En mayo de 1913, Adolfo Guiard Giménez proyectó la instalación de una turbina hidráulica con el objetivo de producir electricidad en el propio molino (La Independencia, 1913: 3). Cinco años más tarde, en 1918, aparecen las primeras menciones a la Eléctrica de Tíjola (Anuario de la Gran Industria de España, 1918: 55). El proceso culminó el 22 de diciembre de 1926, cuando Adolfo Guiard Jiménez solicitó oficialmente la instalación de un grupo electrógeno y una línea eléctrica destinada al alumbrado público de Tíjola y a la fábrica de harinas “Santa Isabel”, recientemente construida (Boletín Oficial de la Provincia de Almería, 1926: 2). La central hidroeléctrica, las líneas de electricidad y los transformadores ya funcionaban a pleno rendimiento en 1927.
Noticia publicada en el periódico La Independencia sobre la instalación
de una turbina para generar electricidad en el molino de la Cerrá
Los elementos eléctricos instalados en el molino de los Guiard fueron una turbina (probablemente de tipo Francis) y un generador de 33 kW (44 CV), además de los aparatos que componían el transformador que elevaba la potencia de la electricidad generada allí. Posteriormente, se colocaría allí un motor de gasoil de refuerzo (Pozo Marín et alii, 2014: 165).
Tras el fallecimiento de Adolfo Guiard Giménez en 1933, la empresa eléctrica pasa a denominarse Adolfo Guiard Giménez en Testamentaria (Boletín Oficial de la Provincia de Almería, 1935: 2) y podríamos afirmar que, a partir de este momento comenzaría el declive de las instalaciones del molino de la Cerrá.
Tras el fallecimiento de Adolfo Guiard Giménez en 1933, la empresa eléctrica pasa a denominarse Adolfo Guiard Giménez en Testamentaria (Boletín Oficial de la Provincia de Almería, 1935: 2) y podríamos afirmar que, a partir de este momento comenzaría el declive de las instalaciones del molino de la Cerrá.
Tarifas eléctricas de Adolfo Guiard en Testamentaria (1935)
El 7 de noviembre de 1950, el Ayuntamiento de Tíjola hizo público el proyecto de Dolores Ruiz Mateo para instalar un motor de gasoil de 35 CV en el casco urbano, destinado a suministrar fuerza motriz a la harinera “Santa Isabel” y servir como fuente de electricidad de reserva (Boletín Oficial de la Provincia de Almería, 1950: 2). Este hecho puede considerarse el inicio del fin del molino de la Cerrá, pues marca el tránsito desde la energía hidráulica para dar energía a la fábrica hacia sistemas motorizados independientes y, poco después, hacia el suministro de la Hidroeléctrica del Chorro.
En 1958, el molino ya no se encontraba activo. Ese año, Dolores Ruiz Mateo solicitó la legalización del alumbrado público de Tíjola en baja tensión, autorización concedida el 3 de junio de 1958 (Boletín Oficial de la Provincia de Almería, 1958: 1-2). Paralelamente, la empresa Hidroeléctrica del Chorro fue autorizada el 4 de julio de 1958 a construir una línea eléctrica y un transformador de 50 kVA para el suministro público (Boletín Oficial de la Provincia de Almería, 1958a: 1-2).
Tras la venta del molino de la Cerrá a Hidroeléctrica del Chorro, los Guiard pasaron a ser distribuidores de electricidad, actividad que ejercieron hasta principios de la década de los setenta.
En 1958, el molino ya no se encontraba activo. Ese año, Dolores Ruiz Mateo solicitó la legalización del alumbrado público de Tíjola en baja tensión, autorización concedida el 3 de junio de 1958 (Boletín Oficial de la Provincia de Almería, 1958: 1-2). Paralelamente, la empresa Hidroeléctrica del Chorro fue autorizada el 4 de julio de 1958 a construir una línea eléctrica y un transformador de 50 kVA para el suministro público (Boletín Oficial de la Provincia de Almería, 1958a: 1-2).
Tras la venta del molino de la Cerrá a Hidroeléctrica del Chorro, los Guiard pasaron a ser distribuidores de electricidad, actividad que ejercieron hasta principios de la década de los setenta.
El molino de la Cerrá en julio de 1977
Molino del Zenete
Desconocemos la fecha exacta de construcción del molino del Zenete; no obstante, las fuentes documentales disponibles permiten estimar que su edificación debió de tener lugar entre los siglos XVII y XVIII. Una de las primeras referencias sobre la existencia de esta aceña se encuentra en el Catastro de Ensenada, cuyas Respuestas Generales indican que, a mediados del siglo XVIII, su propietario era Marcos Ruiz del Moral, presbítero de Bayarque, quien lo tenía arrendado a Alfonso del Bas (AHPAL, Catastro de Ensenada, RRGG, 1752; Pozo Marín y Rueda Cruz, 1989: 567; Pozo Marín et al., 2014: 164).
Tampoco se conoce con exactitud la fecha de su clausura, aunque se estima que el cese de su actividad debió de producirse durante la primera mitad del siglo XX.
El molino del Zenete y su entorno en julio de 1977
En la actualidad, el edificio del molino del Zenete se encuentra en buen estado de conservación, ya que ha sido rehabilitado y acondicionado como cortijo.
Molino de Aldeire
El molino de Aldeire, también conocido como molino del Medio o de Enmedio, se localiza en la margen izquierda del río Bacares, enfrente del paraje del Zenete y a los pies de la Muela de Aldeire.
Se desconoce la fecha exacta de su construcción; sin embargo, se tiene constancia documental de su existencia en el Libro de Apeo y Repartimiento de 1572. A mediados del siglo XVIII pertenecía a Diego Nieto (AHPAL, Catastro de Ensenada, RRGG, 1752; Pozo Marín y Rueda Cruz, 1989: 567; Pozo Marín et al., 2014: 164). Del mismo modo, no se conoce con precisión la fecha de su cierre, aunque se estima que éste debió de producirse durante la década de 1960.
La aceña fue demolida en una fecha comprendida entre finales de los años setenta y mediados de los ochenta (IGN, 1977; IGN, 1985), conservándose en la actualidad únicamente algunos restos de su estructura original.
Molino de Aldeire
El molino de Aldeire, también conocido como molino del Medio o de Enmedio, se localiza en la margen izquierda del río Bacares, enfrente del paraje del Zenete y a los pies de la Muela de Aldeire.
Se desconoce la fecha exacta de su construcción; sin embargo, se tiene constancia documental de su existencia en el Libro de Apeo y Repartimiento de 1572. A mediados del siglo XVIII pertenecía a Diego Nieto (AHPAL, Catastro de Ensenada, RRGG, 1752; Pozo Marín y Rueda Cruz, 1989: 567; Pozo Marín et al., 2014: 164). Del mismo modo, no se conoce con precisión la fecha de su cierre, aunque se estima que éste debió de producirse durante la década de 1960.
La aceña fue demolida en una fecha comprendida entre finales de los años setenta y mediados de los ochenta (IGN, 1977; IGN, 1985), conservándose en la actualidad únicamente algunos restos de su estructura original.
El molino de Aldeire y los cortijos aledaños en julio de 1977
Molino de Vilaila
La construcción del molino de Vilaila se estima entre la segunda mitad del siglo XVIII y finales del siglo XIX (AHPAL, Catastro de Ensenada, RRGG, 1752; Instituto Geográfico y Estadístico, 1897) y su clausura se sitúa de forma aproximada en la primera mitad del siglo XX.
Los restos del molino fueron demolidos a comienzos de la década de los noventa, cuando se procedió al desmonte del cerro para la construcción de la nave del taller actualmente ubicado en el lugar donde se encuentra el antiguo edificio de la Cruz Roja y la casilla de peones camineros de Tíjola (IGN, 1985; IGN, 1999).
El molino de Vilaila en julio de 1977
Entorno del molino de Vilaila en octubre de 1985
Entorno del molino de Vilaila en 1999
Molino de los Aynat
La construcción del molino se sitúa a finales del siglo XIX, ya que no hemos encontrado referencias anteriores de su existencia (Instituto Geográfico y Estadístico, 1897), y su clausura se produjo, probablemente, durante la década de 1960.
Este molino perteneció a Manuel Aynat Benedito (Boletín Oficial de la Provincia de Almería, 1917: 4).
En la actualidad, el edificio se conserva en buen estado al haber sido rehabilitado como cortijo.
El molino de los Aynat en julio de 1977
Molino de Federo
La construcción del molino se estima entre la segunda mitad del siglo XVIII y finales del siglo XIX (AHPAL, Catastro de Ensenada, RRGG, 1752; Instituto Geográfico y Estadístico, 1897) y su clausura se sitúa, de forma aproximada, en la primera mitad del siglo XX.
Durante el siglo XIX, el molino perteneció a José Salazar; posteriormente pasó a manos de sus herederos, más tarde a Sabina Llamas Salazar y, finalmente, a los herederos de ésta (Instituto Geográfico y Estadístico, 1897; Boletín Oficial de la Provincia de Almería, 1917: 4; Anuario Industrial y Artístico de España, 1933-1934: 240).
En la actualidad, el edificio del molino se conserva en buen estado al haber sido rehabilitado como cortijo.
El molino de Federo en julio de 1977
Molino de los herederos de Antonio Carrasco
Rambla y molino de Higueral en 1956
La construcción de este molino se estima entre la segunda mitad del siglo XVIII y finales del siglo XIX (AHPAL, Catastro de Ensenada, RRGG, 1752; Instituto Geográfico y Estadístico, 1897) y su clausura se sitúa, de forma aproximada, en la primera mitad del siglo XX.
El molino aparece citado en 1877 como propiedad de Fernando Fernández Salinas (Boletín Oficial de la Provincia de Almería, 1877), pasando posteriormente a manos de Antonio Carrasco y, más tarde, a las de sus herederos (Instituto Geográfico y Estadístico, 1897).
El edificio del molino, que ya se encontraba abandonado y sin cubierta en la década de los setenta, fue demolido a finales de esa misma década o a comienzos de la siguiente. En la actualidad, únicamente se conserva el cubo (IGN, 1956; IGN, 1977; IGN, 1985).
En julio de 1977 el edificio del molino ya se encontraba arruinado
En octubre de 1985 ya no se aprecian los restos del molino de Higueral
Molino harinero situado junto al molino de Don Ramón
La construcción de este molino se encuentra referenciada en el Libro de Apeo y Repartimiento de 1572, sin descartarse un origen medieval (Pozo Marín y Rueda Cruz, 1989: 567). Su clausura es de fecha desconocida, aunque se estima que debió producirse entre los siglos XVII y XVIII, ya que no figura en el Catastro de Ensenada (AHPAL, Catastro de Ensenada, RRGG, 1752).
En la actualidad, el molino pertenece al término municipal de Bayarque. Sólo se conservan restos parciales de algunas paredes, el cubo y parte del caz.
Conclusiones
El estudio de los molinos hidráulicos de Tíjola permite comprender la profunda vinculación entre el aprovechamiento de los recursos hídricos y el desarrollo socioeconómico del Valle del Almanzora desde la Edad Moderna hasta bien entrado el siglo XX. Estos ingenios constituyeron la base de la economía agraria tradicional, al posibilitar la transformación del cereal en harina, elemento esencial en la dieta y la subsistencia de la población local. Su evolución refleja, de manera paradigmática, la transición desde un modelo de producción preindustrial basado en la energía hidráulica hacia formas de industrialización incipientes sustentadas en la mecanización y la electrificación.
Desde el punto de vista histórico, las fuentes documentales atestiguan la existencia de molinos en Tíjola desde, al menos, el siglo XVI. El Libro de Apeo y Repartimiento menciona tres aceñas en funcionamiento, cifra que se incrementó notablemente durante los siglos XVIII y XIX hasta alcanzar los ocho molinos operativos a finales de este último siglo. Este incremento coincide con un periodo de expansión agrícola. Sin embargo, fenómenos naturales como las inundaciones de 1888 evidencian la vulnerabilidad de estas infraestructuras ante las crecidas fluviales y su dependencia de un régimen hidrológico inestable.
Durante el tránsito al siglo XX se advierte un proceso de modernización técnica, representado especialmente por el molino de la Cerrá o de los Guiard, que incorporó innovaciones como la posibilidad de mover dos piedras con un solo rodezno y, posteriormente, una turbina hidráulica generadora de electricidad. Este caso singular ilustra la capacidad de adaptación de la tecnología molinera tradicional a las exigencias del progreso industrial, transformando un molino harinero en una pequeña central hidroeléctrica capaz de abastecer de luz al municipio y de suministrar energía a la fábrica de harinas “Santa Isabel”.
No obstante, el conjunto de molinos tijoleños experimentó un progresivo declive a lo largo del siglo XX, acentuado por la introducción de motores de gasoil y por la progresiva implantación de redes eléctricas centralizadas. En la década de los setenta, el sistema tradicional de molienda había perdido su viabilidad económica, quedando únicamente tres molinos activos con una capacidad de producción limitada. Este proceso culminó con la desaparición o reconversión de la mayoría de los edificios, algunos de los cuales han sido rehabilitados como cortijos, mientras que otros fueron demolidos o quedaron reducidos a vestigios estructurales.
Desde una perspectiva patrimonial, los molinos hidráulicos de Tíjola constituyen un testimonio material de la interacción entre tecnología, medio físico y estructura social en las comarcas interiores de Almería. Su estudio no sólo aporta información sobre la evolución de la ingeniería hidráulica rural, sino que también permite rescatar la memoria de una cultura del agua profundamente arraigada en el territorio. La conservación de los restos aún existentes (como los cubos, caces y cárcavos) resulta fundamental para la comprensión del paisaje histórico del valle del Almanzora y para la puesta en valor de su patrimonio etnográfico e industrial.
En síntesis, los molinos hidráulicos de Tíjola representan una manifestación tangible del proceso histórico de adaptación de las comunidades rurales al entorno natural y de la progresiva sustitución de las fuentes de energía tradicionales por las modernas. Su trayectoria evidencia el tránsito desde una economía autárquica y artesanal hacia un modelo productivo mecanizado e integrado en las dinámicas industriales del siglo XX, sin perder por ello su relevancia como símbolo de identidad local y como elemento clave del patrimonio histórico del sureste peninsular.
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- SUÁREZ CARRILLO, E. (2011): El molino de la Cerrá de Tíjola. Molinum (noviembre-diciembre de 2011).
- VINCENT, B. (1989): La société chrétienne almeriense et les systèmes hydrauliques. Quelques propositions de travail. En I Coloquio de Historia y Medio Físico. El agua en zonas áridas: arqueología e historia. Instituto de Estudios Almerienses, pp. XCV - CIX.
- Fotografías aéreas del Vuelo Americano Serie B (1956).
- Fotografías aéreas del Vuelo Interministerial (1977).
- Fotografías aéreas del Vuelo Nacional (1985).
- Fotografías aéreas del Vuelo Quinquenal (1999).
- [FOTOGRAFÍA 1]: Archivo Gráfico de la SEHMNE / José Antonio Serrano Navarro.
- [FOTOGRAFÍAS 3 Y 4]: Hemeroteca de la Diputación de Almería.
- [FOTOGRAFÍAS 2 Y 5 A 15]: Instituto Geográfico Nacional.
Un artículo de José Antonio Serrano Navarro