Los molinos y las almazaras fueron unas industrias fundamentales en la economía de los municipios del Valle del Almanzora ya que en ellas se procesaban las materias primas con las que eran elaborados algunos de los alimentos que componían los cimientos de la pirámide alimenticia hasta fechas muy recientes. En este artículo historiográfico se analiza detenidamente la evolución histórica y las características de los molinos, tanto hidráulicos como de aceite, ubicados en el término municipal de Armuña de Almanzora.
Los molinos hidráulicos normalmente suelen ubicarse cerca de cursos de agua, ya fueran naturales o artificiales. Generalmente, el agua se desviaba hacia el molino mediante el desvío del curso de agua por levantamiento de una presa que permitía el paso de agua a la aceña a través de una canalización secundaria (que en la mayoría de los casos solía contar con un cubo para que el agua cayera con fuerza al molino) o mediante la acumulación de agua en una balsa (previo desvío del curso de agua) para posteriormente hacerla caer al molino con la suficiente fuerza para hacer girar sus mecanismos.
Una vez desviada el agua del curso principal, ésta caía por la acequia del molino (también denominada caz) y activaba los mecanismos de la aceña. En el caso de los molinos de cubo, el agua pasaba por la acequia y luego caía por el cubo con fuerza y accionaba la maquinaria molinera. En el caso de los molinos abastecidos por una acequia, la canalización tenía que tener la suficiente pendiente para que el agua cayera con fuerza y moviera la maquinaria. En los molinos de balsa, se levantaba un tablón que permitía que el agua cayera por una acequia de cierta pendiente a los mecanismos del molino, los cuales se moverían acto seguido.
El agua caía en una trampa que accionaba el rodete o rodezno, el cual se ubicaba bajo una bóveda en la parte inferior del molino llamada cárcavo, y lo hacía girar. A su vez, la piedra volandera o superior rotaba sobre su propio eje. A continuación se echaba el grano por una tolva y caía en el empiedro, siendo machacado y convertido en harina al caer entre la piedra volandera (que era la que rotaba) y la piedra solera o inferior (que era fija).
La ubicación de los molinos de aceite o almazaras no se ceñía a un criterio tan restringido como los molinos hidráulicos y su funcionamiento era más sencillo aún. Normalmente se empleaba el motor de sangre para mover las piedras que machacaban las olivas. Una vez triturada la materia prima, la pasta de olivas se echaba en unas espuertas llamadas cofines y se prensaba, extrayéndose así el aceite.
La maquila era el porcentaje de cereal molido que cobraba el molinero y, en base al lugar y la calidad del grano, oscilaba entre el 5% y el 12%. Eran comunes las disputas entre molineros y la gente que llevaba el grano a moler por ese porcentaje, siendo ese el origen de la frase popular “de molinero a ladrón sólo hay un escalón” (Garrido Jorquera, 2017: 417).
Un horno de pan cocer es una estructura ubicada en la casa de un particular a la cual cualquier interesado podía llevar a cocer el pan previamente amasado (Garrido Jorquera, 2017: 427). En el caso de Armuña de Almanzora, en el siglo XVIII se tiene constancia de la existencia de un horno de pan cocer que era propiedad del Marqués de Ariza, quien no percibía ningún tipo de remuneración pecuniaria por el terreno donde se encontraba edificado (AHPAL, Catastro de Ensenada, RRGG, 1751).
En 1911 el horno existente en el pueblo, ubicado en la calle Eras, pertenecía a Matilde Rodríguez, en 1917 a Juan Liria Avellaneda y en 1934 a José Rueda (Riera Somalich, 1911: 358; Boletín Oficial de la Provincia de Almería, 1917: 3; Anuario industrial y artístico de España, 1934: 218).
En 1925 existían dos panaderías, pertenecientes a Dolores Cruz Reina y Antonio Lorente Encinas (Anuario de Almería, 1925: 402). Éstas pasarían en 1934 a ser regidas por Candelaria Guerrero y Antonio Lorente (Anuario industrial y artístico de España, 1934: 218).
En el libro de Apeo y Repartimiento de Armuña de Almanzora se menciona la existencia de 3 molinos harineros que pertenecieron a los moriscos, de los cuales uno tenía censo eclesiástico (ARCHG, Libro de Apeo y Repartimiento de Armuña, 1571-1584). De estos 3 molinos y basándonos en las fuentes disponibles, el molino de la Iglesia creemos que se corresponde con el molino del Puntal por su cercanía al casco urbano armuñero y varias fincas de propiedad eclesiástica de los pagos cercanos, uno tal vez sea el molino de Padules y el otro no lo hemos conseguido localizar.
A mediados del siglo XVIII, Armuña de Almanzora contaba con 2 molinos harineros y un molino de aceite o almazara (AHPAL, Catastro de Ensenada, RRGG, 1751). Tras un minucioso análisis de la documentación histórica disponible y los trabajos de campo realizados por la Sociedad de Estudios Históricos “María Navarro Encinas”, se han identificado las dos aceñas citadas en el Catastro de Ensenada, las cuales son el molino de Padules y el molino del Puntal. El molino de aceite descrito en el catastro se trata, sin duda alguna, del ubicado en el paraje de El Pozo, el único que ha existido en Armuña en los últimos 3 siglos.
Armuña de Almanzora llegó a contar con 4 molinos harineros y una almazara en el periodo de máximo esplendor de la molinería en el municipio (siglo XIX) (Madoz, 1845: 579; Instituto Geográfico y Estadístico, 1897). Estos eran el molino de Padules, el molino del Gadil, el molino de Chaulena, el molino del Puntal y la almazara del paraje de El Pozo.
Estos eran los molineros de Armuña de Almanzora en el siglo XIX:
- 1885: Mariano Fernández, Luis Guerrero y José Molina (Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración, 1885: 616).
- 1894: Catalina Casanova Navarro (Marquesa de Almanzora y Condesa de Algaida, propietaria), Felipe Bonillo y Francisco Lozano (Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración, 1894: 808).
A principios del siglo XX asistimos a la crisis de la molinería armuñera. En el primer tercio de la centuria funcionaban 3 molinos harineros (molinos de Padules, Gadil y Chaulena) y la almazara. En 1934 el número de aceñas en servicio había disminuido a dos (Gadil y Chaulena) (Riera Solanich, 1911: 358; Boletín Oficial de la Provincia de Almería, 1917: 3; Anuario de Almería, 1925: 402; Anuario industrial y artístico de España, 1934: 218).
Los molineros de Armuña de Almanzora en este periodo fueron los siguientes:
- 1903: Catalina Casanova Navarro (Marquesa de Almanzora y Condesa de Algaida, propietaria), Felipe Bonillo y Francisco Lozano (Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración, 1903: 813).
- 1906: José Arenas Cruz (el maestro Arenas) y Felipe Bonillo (Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración, 1906: 935).
- 1911: Antonio Pérez, Diego Ramos y Felipe Rodríguez (Riera Solanich, 1911: 358).
- 1917: Ramón Pelayo Belmonte (molino de Chaulena), José Martínez Juárez (molino de Padules), Juan Corral Resina y Juan Liria Avellaneda (molino del Gadil) (Boletín Oficial de la Provincia de Almería, 1917: 3).
- 1925: Antonio Carrión Rueda, Pedro Pérez y Leonardo Rodríguez (Anuario de Almería, 1925: 402).
- 1929: Antonio Martínez y Ramón Martínez (Anuario industrial y artístico de España, 1929: 147).
- 1931: Antonio Martínez y Ramón Martínez (Anuario industrial y artístico de España, 1931: 221).
- 1932: Antonio Carrión Rueda y Juan Capel Castilleja (Anuario regional descriptivo, informativo y seleccionado de la industria, comercio, agricultura, profesiones, arte y turismo de la región de Andalucía y Norte español de África, 1932: 35).
- 1934: Antonio Martínez y Ramón Martínez (Anuario industrial y artístico de España, 1934: 218).
En la década de los años cuarenta, la industria molinera atravesó un momento muy difícil por las secuelas de la guerra que, unido a la falta de rentabilidad de las estructuras, terminaron por hacer desaparecer a las aceñas (Torreblanca et alii, 2005: 23). La almazara logró aguantar hasta bien entrado el siglo XX (IGN, 1977; IGN, 1985; SIGPAC, 1997-2003; Yélamos González, 2020).
En 1962 había dos molinos harineros operativos en Armuña de Almanzora (Gadil y Chaulena) con una capacidad de molturación de 1,66 Qms en 8 horas (Instituto Nacional de Estadística, 1965: 291).
Analicemos con más detalle el caso de cada industria por separado...
Molino de Padules
Detalle del mapa del término municipal de Armuña de Almanzora de
1897 donde aparecen referenciados el molino de Padules y el del tío
Azor o de Mortuna (erróneamente escrito como "Mortusa" en el plano)
Las primeras referencias que encontramos del molino de Padules datan de la segunda mitad del siglo XVI. A mediados del siglo XVIII, este molino harinero de una piedra pertenecía por aquellos entonces a Juan de Almansa, vecino de Purchena, y estaba arrendado a Francisco Nieto en 18 fanegas de trigo anuales (ARCHG, Libro de Apeo y Repartimiento de Armuña, 1571-1584; AHPAL, Catastro de Ensenada, RRGG, 1751). Pascual Madoz (1845: 579) nos indica que el agua que necesitaba para llevar a cabo las labores de molienda la tomaba de la Fuente de Padules, nacimiento de agua situado en sus cercanías.
El curso de agua que discurría entre la fuente y el río Almanzora y en cuyo punto intermedio se ubicaba la aceña se denominaba “arroyo de la Fuente de los Padules” (Instituto Geográfico y Estadístico, 1897).
La actividad de molienda de la aceña de Padules cesó en el primer tercio del siglo XX, en una fecha situada entre los años 1925 y 1934. En los Vuelos Americanos Series A y B no se aprecia el edificio del molino, por lo que entendemos que ya se había arruinado o había sido demolido (Anuario de Almería, 1925: 402; Anuario industrial y artístico de España, 1934: 218; CECAF, 1946; CECAF, 1956). En base a esto, podemos afirmar que el molino de Padules fue el segundo molino armuñero en dejar de funcionar.
Molino del Puntal
El Molino del Puntal, del tío Azor o de Mortuna se encuentra situado al final de la calle Maestro Arenas, enfrente del lavadero del Checo y al lado de la carretera A-334.
Las primeras referencias que hemos encontrado del molino del Puntal datan de los tiempos de la Repoblación (segunda mitad del siglo XVI). A mediados del siglo XVIII, época en la que era propiedad de la capellanía de Francisco Sánchez (clérigo de menores de Tíjola), quien lo tenía arrendado al molinero Juan del Pozo. También sabemos que la aceña era de una piedra y que era arrendada por 13 fanegas de trigo todos los veranos (ARCHG, Libro de Apeo y Repartimiento de Armuña, 1571-1584; AHPAL, Catastro de Ensenada, RRGG, 1751).
Su abastecimiento acuático se realizaba mediante un ramal de la acequia de Chaulena que discurre por Los Caños, bordeando el bancal de Federo y pasando por el final de la calle Maestro Arenas, y cuyas aguas procedían del río Almanzora (Madoz, 1845: 579; Navarro Encinas, 2021). Los análisis realizados durante el estudio de las fotografías aéreas antiguas (CECAF, 1946; CECAF, 1956; IGN, 1977) y los trabajos de campo de la Sociedad de Estudios Históricos “María Navarro Encinas” han determinado que el caz del molino contó en su tramo final con un cubo de planta cuadrangular.
Vista general del molino del Puntal o del tío Azor
Perteneció en sus últimos tiempos de actividad molinera a Francisco Azor (alias “don Paco Azor”), de ahí su denominación “molino del tío Azor” (Yélamos González, 2020).
El molino del tío Azor debió dejar de funcionar en una fecha situada entre los años 1897 y 1911 (Instituto Geográfico y Estadístico, 1897; Riera Solanich, 1911: 358; Boletín Oficial de la Provincia de Almería, 1917: 3). En base a estos datos, podemos interpretar que el molino del Puntal fue la primera aceña en cesar su actividad de molienda en Armuña de Almanzora.
Las fuentes orales revelan que a finales de los años cincuenta o principios de los años sesenta el agua bajaba por debajo de la aceña, pero sus mecanismos no se movían (Yélamos González, 2020). Es decir, que a pesar de llevar décadas sin actividad sus canalizaciones se encontraban en buen estado.
Este es el único paramento conservado del cubo del molino del tío Azor
Estructura de bloques de hormigón, cemento y ladrillo añadida
al molino del Puntal varias décadas después de su clausura
Acequias en el molino del Puntal: recto, hacia la cuneta de la carretera
de Baza a Huércal Overa, a la izquierda hacia el molino, la de la derecha
procede de Los Caños y en la parte inferior de la imagen (no visible),
confluencia de una canalización existente bajo la calle Maestro Arenas
A finales de los años setenta o principios de los años ochenta se le añadió una estructura de ladrillo, cemento y hormigón y en los años siguientes sería reconvertido en vivienda, perdiendo la mayoría de sus elementos molineros, como la mayor parte del cubo y la maquinaria (IGN, 1977; IGN, 1985).
Actualmente el edificio del molino es una vivienda en alquiler que fue remozada hace poco mediante la adición de una mano de pintura a sus paramentos. Conserva el cárcavo donde se encontraba el rodete y una reja de hierro en la boca de ésta. Esta reja se colocó estando ya el molino inoperativo, probablemente en la década de los setenta u ochenta (Navarro Encinas, 2021).
Cárcavo del molino del tío Azor. Detalle de la salida
de aguas del molino hacia la acequia que conduciría
el líquido elemento a los bancales para su reaprovechamiento
en labores de regadío o a su devolución al río Almanzora
Interior del cárcavo del molino del tío Azor
De derecha a izquierda: Los Caños, primer edificio del lavadero
y molino de Chaulena. Década de los años sesenta aproximadamente
El molino de Chaulena o de Los Caños probablemente debió construirse en algún momento comprendido entre los años 1752 y 1840, puesto que ya aparece referenciado en las planimetrías del proyecto de la carretera de Baza a Huércal Overa (aunque sin la leyenda de “molino” con la que se referencian los molinos del Puntal y el Gadil en el documento) y en el mapa del término municipal de Armuña de Almanzora realizado en 1897 por el Instituto Geográfico y Estadístico (Madoz, 1845: 579; De Escurdia, 1869; Instituto Geográfico y Estadístico, 1897).
El agua para las labores de molienda realizadas en esta aceña era tomada del río Almanzora mediante la acequia que transcurre por el pago de Chaulena hasta llegar al molino (Madoz, 1845: 579). Debido a la orografía del terreno donde se sitúa el molino, la vía de entrada del agua al cárcavo fue por rampa y estrechamiento del caz para que el líquido elemento saliera con suficiente presión por el saetillo para mover el rodezno y las dos piedras que tenía la aceña (Navarro Encinas, 2021).
En sus últimos tiempos de actividad perteneció a la familia Lorente, la cual tras la clausura de la aceña (que debió producirse en los últimos años de la década de los años sesenta como muy tarde) puso un bar en el pueblo conocido popularmente como “el bar del Lorente” (Yélamos González, 2020).
Las inundaciones de octubre de 1973 afectaron al molino de Los Caños. Aunque ya por aquellas fechas no funcionaba, la aceña fue dañada por la riada al llenarse de sedimentos del río el cárcavo, quedando sepultado el rodezno y todo lo que hubiera dentro de esta bóveda (Encinas Encinas, 2012; Martínez Gallego, 2020).
Los Caños en la actualidad. Obsérvense las diferencias con la anterior imagen
Su edificio fue demolido casi por completo a principios de los años ochenta (IGN, 1977; Del Bas, 1980; IGN, 1985). Actualmente sólo se conserva del mismo un trozo de pared donde se apoya un pequeño almacén para los aperos agrícolas del propietario del bancal que hay en el solar del molino construido en la década de los ochenta y un contrafuerte de otra pared.
El molino de Los Caños en la actualidad
Detalle del contrafuerte superviviente del molino de Los Caños
Estas son algunas de las anécdotas que hemos recogido sobre este molino: Carmen Yélamos nos cuenta que siendo pequeña le daba miedo asomarse al cárcavo del molino y Placidia Martínez recuerda a la tía María procesando la harina con los cedazos y echando el grano a la tolva (Yélamos González, 2020; Martínez Gallego, 2020).
Molino del Gadil
Se desconoce exactamente el momento en el que fue construido el molino del Gadil o de los Cipos, pero probablemente debió ser entre los años 1752 y 1840 en base a las referencias históricas disponibles (AHPAL, Catastro de Ensenada, RRGG, 1751; Madoz, 1845: 579).
Su abastecimiento acuático se realizaba mediante el desvío del agua del río Almanzora mediante la acequia que transcurre por los pagos del Gadil y los Huertos (Madoz, 1845: 579).
Perteneció a Antonio y Luisa, los padres de Ramón “el Molinero” (Yélamos González, 2020).
Lo único original que queda de este molino en la actualidad son parte de su cubierta y sus piedras solera y volandera, que fueron reutilizadas para la construcción de un cortijo sobre su solar en la década de los años noventa (IGN, 1980-1986; SIGPAC, 1997-2003).
Las dos piedras se encuentran incrustadas en el muro de cierre de la parcela del cortijo y se aprecian claramente en ellas las muescas que se realizaban en sus caras que estaban en contacto con el grano a moler, así como las inscripciones del fabricante en una de ellas. Las muelas fueron fabricadas en La Ferté-sous-Jouarre (Francia) por la Grande Société Meulière, cuyo representante en España era Antonio Rivière y estaba domiciliado en Madrid. Por la denominación de la empresa de las piedras de molino francesa presente en las inscripciones podemos establecer una cronología aproximada de estas piezas de la maquinaria del molino del Gadil: se fabricaron entre los años 1883 y 1911 (en esta última fecha, la sociedad pasa a denominarse Grande Société Meulière Dupetit et Orsel) (Fédération Française des Associations de Sauvegarde des Moulins, s./f.). Esto quiere decir que la aceña sufrió al menos una reforma importante durante su periodo de actividad, tal vez a finales del siglo XIX o principios del siglo XX.
Estado actual del molino del Gadil
Obsérvense las piedras del molino incrustadas en el muro de cierre de la parcela
del cortijo que fue edificado tras la demolición de la vieja aceña armuñera
La almazara del tío Azor
Las primeras noticias de la almazara del tío Azor (denominación que toma por el que fuera uno de sus propietarios, Antonio Azor) o de El Pozo las encontramos en el Catastro de Ensenada. Pertenecía a la capellanía del pueblo, su utilidad se regulaba en más de 150 reales y en ella se preparaba aceite un año sí y otro no. Solía arrendarse a forasteros (AHPAL, Catastro de Ensenada, RRGG, 1751).
En 1925 el cosechero de aceite de Armuña de Almanzora era Juan Saldaña (Anuario de Almería, 1925: 402).
Perteneció a la misma familia que tenía en propiedad el molino del Puntal (Yélamos González, 2020).
La almazara del tío Azor permaneció en servicio hasta bien entrado el siglo XX, ya que fue clausurada hacia 1966-1967 (Yélamos González, 2020). Tras su clausura, la gente solía llevar la oliva en la burra a la almazara de Relente, situada en Tíjola (Martínez Gallego, 2020). Su edificio fue despojado de su tejado en su parte dedicada a la extracción de aceite allá por la década de los años noventa (CECAF, 1956; IGN, 1977; IGN, 1985; SIGPAC, 1997-2003).
La almazara del tío Azor en la actualidad
Actualmente el edificio de la almazara se conserva medio arruinado y con señales evidentes de haber sido reparado y transformado en la segunda mitad del siglo XX. Conserva el empiedro con dos piedras de forma troncocónica y la prensa, lo que nos indica que la maquinaria de esta industria fue cambiada probablemente en una fecha situada entre mediados del siglo XIX y principios del siglo XX a juzgar por su tipología.
Prensa de la almazara del tío Azor
Recogemos la siguiente anécdota sobre la almazara, la cual nos cuenta Carmen Yélamos González (Yélamos González, 2020):
<<Yo iba de pequeña a la almazara. Mi suegro llenaba los cofines para prensarlos. Cuando el aceite salía tras prensar la oliva triturada previamente en las piedras, tostaba pan en la lumbre, me hacía una tostada, le restregaba un ajo y lo mojaba en el aceite recién extraído>>.
Conclusiones
En base a lo expuesto en este artículo historiográfico, hemos llegado a las siguientes conclusiones:
- La publicación de este artículo ha supuesto un avance en la historiografía de la Edad Contemporánea en Armuña de Almanzora, ya que nunca se había tratado tan exhaustivamente el tema de los molinos hidráulicos y de aceite del municipio almeriense.
- La situación actual de los inmuebles donde se ubicaban estas industrias es nefasta. El molino de Padules desapareció a principios del siglo XX y los de Chaulena y el Gadil fueron demolidos en tiempos recientes. El único edificio de un molino hidráulico que se conserva en su totalidad es el del molino del Puntal, a pesar de encontrarse bastante alterado en su morfología. En cuanto a la almazara del tío Azor respecta y a pesar de su estado de ruina progresiva, tiene un potencial de supervivencia bastante alto si se actúa a tiempo. Sería una magnífica oportunidad para establecer en Armuña de Almanzora un museo etnográfico sobre la molinería municipal y que no tendría los problemas de acceso del museo construido en 2012 en la Cuesta de los Cambrones en la cueva donde tenía Manolo Vega los perros.
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- Fotografías aéreas del Vuelo SIGPAC (1997-2003).
Créditos fotográficos
- [FOTOGRAFÍA 1]: Archivo Gráfico de la SEHMNE / José Antonio Serrano Navarro.
- [FOTOGRAFÍA 2]: Detalle de la planimetría de Armuña realizada por el Instituto Geográfico y Estadístico en 1897.
- [FOTOGRAFÍAS 3-8]: Archivo Gráfico de la SEHMNE / José Antonio Serrano Navarro.
- [FOTOGRAFÍA 9]: Bienvenido del Bas Guerrero.
- [FOTOGRAFÍAS 10-16]: Archivo Gráfico de la SEHMNE / José Antonio Serrano Navarro.
Un artículo de José Antonio Serrano Navarro
En memoria de María Navarro Encinas en el
séptimo aniversario de su fallecimiento
[ÚLTIMA EDICIÓN DE LA ENTRADA: 6 de abril de 2024]